Nuestra historia comenzó con “Negrita”, la perrita tipo cocker spaniel mestiza que llevaba 8 años en nuestra familia, era nuestra hija, hermana, la amábamos. Era callejera, la recogimos ya con más o menos 2 años, estaba acostumbrada a escaparse, callejear y jugar a perseguir gatos de los vecinos. Un día, se puso enfermita, se quejaba mucho y ya no quería jugar ni comer… no entendíamos que pasaba ya que era una perrita muy inquieta y juguetona… la llevamos al veterinario y nos dijeron que estaba envenenada. No hubo más opción que dormirla, ya que estaba sufriendo mucho. Lloramos mucho la perdida de Negrita… En esa época no conocíamos ningún servicio dedicado a el rubro de funeraria o cementerio de mascotas, quizás existía la opción de cremación, pero era demasiado alto el valor en ese entonces. Finalmente la opción que elegimos como familia, fue ir a enterrarla al cerro cercano, igual que muchos vecinos lo hacían con sus mascotas ya que no había nada de información acerca de qué hacer con una mascota fallecida.